Las manos y pies son sumamente importante para cada uno de nosotros. Los necesitamos para la mayoría de las actividades que llevamos a cabo a diario. A su vez, nuestros dedos de igual forma nos permiten ejecutar todas éstas acciones. Sabemos que es imprescindible tener hábitos de higiene y cuidar nuestros manos y dedos más allá de su aspecto estético, como lo es en el caso de las mujeres, pero también es sabido que éstos son muy susceptibles a los gérmenes y bacterias, en especial los dedos de los pies, quienes están más expuestos a ciertos agentes. En ésta ocasión te presentamos la historia de Samuel Kiëf, un hombre de 39 años que llevaba una vida tranquila, pero era muy descuidado con su aspecto y, sobre todo, sus dedos.
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Samuel trabajaba como cocinero en un restaurante. Su rutina era muy agotadora y pasaba más de 14 horas de pie en cada turno de su trabajo. Trabajaba todos los días y descansaba muy poco, por ende no le daba mucha atención al cuidado de su cuerpo. Generalmente se sentía agotado y le dolían los pies después de terminar cada jornada, ya que trabajaba con botas de seguridad, las cuales eran sumamente incómodas pero necesarias para evitar riesgos mayores.
Un día, antes de salir a trabajar, notó en uno de los dedos de sus pies la aparición de una especie de punto negro. Evidentemente le causó un poco de intriga aquel fenómeno pero, decidió no darle mucha importancia. Sin embargo, éste punto negro le producía cierta incomodidad que paulatinamente se había ido transformando en un dolor sumamente desagradable.
Un día, Kiëf pidió un día libre en su trabajo y aprovechar para ir a un especialista con el fin de examinar éste problema. Al llegar al centro de salud, el experto le indicó que se trataba de un problema muy serio y que debían extraer inmediatamente aquel bulto. Se trataba de una infección causada por la incomodidad de sus botas por el encierro, cierta humedad en la zona y el cansancio que le producía estar parado por más de 14 horas día a día. Éste aceptó tratarse ese mismo día y la extracción había tomado un poco más de media hora. Los médicos guardaron evidencia del procedimiento realizado contando con la autorización de Samuel.
Utilizar jabones suaves que respeten el pH de la piel a la hora de lavarnos las manos. Hay que tener presente que esta acción es una actividad diaria, por lo que resulta esencial elegir bien un jabón que se adapte a las condiciones de nuestra piel. Además, no hay que lavar las manos muy a menudo, y siempre debemos procurar hacerlo con temperaturas medias, es decir, agua fría o tibia, pues el agua caliente causa deshidratación. El secado también es importante, ya que la humedad es uno de los peores enemigos de las manos. Debe hacerse con cuidado y de forma suave, hasta secarlas por completo.
Hidratar las manos lo más a menudo posible, a poder ser 3 o 4 veces al día y un mínimo de dos, una por la mañana y otra antes de ir a dormir. Hay que aplicar la crema hidratante con un suave masaje por toda la mano, incluyendo los dedos, para activar la circulación de toda la zona.
Debe ser una crema especial para manos y se recomienda aplicar siempre al finalizar el día porque el descanso nocturno permite que la piel absorba los nutrientes y mejore su aspecto.
Utilizar protección solar en las manos para prevenir el envejecimiento prematuro y las manchas que causan la continua exposición al sol, no solamente durante el verano, sino también a lo largo del resto del año.
Procurar llevar siempre guantes al realizar tareas domésticas, idealmente de goma. De esta forma sencilla evitaremos que el detergente, el jabón y la tierra resequen la piel.
Realizar una exfoliación de las manos una vez a la semana para eliminar las células muertas de la piel que se acumulan en la capa externa y que acostumbran a provocar una sensación de rugosidad desagradable.
Porque para una adecuada higiene de las manos, el agua y el jabón no son suficientes y con la exfoliación, nuestras manos adquirirán un aspecto suave y rejuvenecido.
Es aconsejable también realizar la manicura con regularidad, para cuidar manos y uñas, y conseguir una piel suave. Incluir en nuestra dieta proteínas y vitaminas E y B es una buena forma de ayudar a conseguir unas uñas fuertes y una piel sana e hidratada. Por otro lado, también debemos tener en cuenta que en invierno hay que tomar otras medidas adicionales para cuidar las manos.
Qué hacer ante la sensación de manos frías
Cuando la temperatura exterior es agradable, sentir las manos frías puede ser un síntoma de mala circulación de las extremidades. Este es un desequilibrio que debe tratarse de forma correcta y ante el que se pueden seguir estos remedios:
Masajear las manos con algún aceite que aporte calor.
Tomar bebidas calientes.
Hacer ejercicio para activar la circulación.
Abrigar las manos con tejidos naturales.
De todos modos, su causa también puede ser alguna enfermedad, por lo que es recomendable consultar con el médico.
Una buena hidratación de manos… y del cuerpo
Si hasta ahora hemos hablado de la importancia de cuidar las manos, ahora queremos ampliar el campo de visión y hablar de la piel, el mayor órgano del cuerpo y que tiene entre sus principales funciones actuar como barrera protectora.
Para mantenerla en perfecto estado, y al igual que con las manos, hay que asegurar una buena hidratación. Para lograrlo, debemos beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, seguir una dieta rica en verduras y frutas, descansar las horas necesarias, entre 7 y 8, así como utilizar lociones o cremas hidratantes. De este modo conseguiremos una piel sana y radiante, y evitaremos que la deshidratación provoque falta de vitalidad y arrugas cutáneas.
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