El lupus es una enfermedad inflamatoria crónica del sistema inmunitario, no contagiosa, o también denominada enfermedad autoinmune, que afecta a las células de los tejidos sanos. Las defensas del organismo se atacan a sí mismas causando inflamación y daño en articulaciones, músculos, piel, riñones, corazón, pulmones, vasos sanguíneos, cerebro y otros órganos. Se caracteriza por afectar tanto a hombres como mujeres, pero en estas últimas es más prevalente.
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Como bien dijimos con anterioridad, el lupus es una patología que no presenta cura, pero el objetivo del plan de tratamiento a instaurar es:
Existen diferentes tipos de lupus
- Eritematoso sistémico: este es el más común. Puede ser leve o grave y afecta a diferentes partes del cuerpo.
- Lupus discoide: esta variante provoca una erupción en la piel que no desaparece.
- Eritematoso cutáneo: se caracteriza por manifestarse con la presencia de ampollas posterior a la exposición solar.
- Lupus inducido por medicamentos: este es causado por ciertos fármacos, y generalmente desaparece cuando se deja de tomar un medicamento.
- Lupus neonatal: no es muy frecuente. Se caracteriza por afectar a los recién nacidos, siendo probable su causa por anticuerpos de la madre.

Clínicamente se expresa mediante los siguientes síntomas:
- Dolor muscular y de articulaciones
- Enrojecimiento de mejillas y nariz. Estas son erupciones rojas de la piel, generalmente en la cara en formas de mariposa.
- Perdida del cabello
- Cambio de la coloración de los dedos de manos y pies, hacia pálidos o purpura.
- Inflamación glandular
- Inflamación e hinchazón de piernas y alrededor de los ojos.
- Inflamación de la pleura o del tejido cardiaco
- Alteraciones y problemas renales
- Dolor de cabeza, como la presencia de migrañas
- Ulceras bucales o nasales
- Fatiga extrema, debilidad.
- Anemia

- Evitar la presencia de brotes
- Tratar los síntomas cuando estos se produzcan
- Reducir el daño a los órganos.